domingo, 2 de noviembre de 2014

POETAS EN EL PENTAGRAMA: BUNBURY Y EL VIAJE A NINGUNA PARTE



Bunbury desmontó el circo. Y no porque los enanos le hubiesen crecido. Más bien le estaba ocurriendo todo lo contrario: las pulgas se iban amaestrando solas. La cancelación repentina de la gira de su disco en directo Freak Show en el verano de 2005 fue un golpe para los incondicionales. ¿Dónde se escondió el artista? Si hacemos caso al enigma propuesto en Viaje a ninguna parte obtendremos la respuesta en el mismo título. Y es que Bunbury se había labrado él solito, sin ayuda, un particular camino hacia el abismo desde hacía casi diez años. Rebobinemos brevemente: con Radical Sonora (1997) sorprendió a propios y extraños proponiendo un cambio extremo de vestuario, estilo y filosofía de vida respecto a Héroes del Silencio; con Pequeño (1999) hizo que hasta nuestras abuelas pudieran escuchar rock contemporáneo cantado en español y también consiguió que los amantes de la música no pronunciásemos el explotadísimo adjetivo ‘latino’ sin que se nos cayera la cara de vergüenza; con Flamingos (2002) demostró que desde la música popular aún podían dinamitarse convenciones estéticas y mirar hacia Latinoamérica con la cabeza bien alta, sin provocar pena, sin insistir en el victimismo de los epígonos de Manu Chao.
Aunque parezca una contradicción, Viaje a ninguna parte no fue más que la parada en el vértice del volcán de la creatividad. ¿Obra maestra o pérdida total de la orientación? Con este músico uno se ve obligado a tomar posiciones de inmediato. Yo creo que Bunbury se colocó, orgulloso, en la cima de su carrera. Desde el inicio a la mexicana de ‘Que tengas suertecita’ hasta ese tango esquizofrénico con tintes de vals vienés que es ‘Canto’ se exponía un rosario de canciones en las que veneraba a juglares del fracaso como Dylan, Tom Waits o Nick Cave (‘Los restos del naufragio’) porque padecía la resaca de amores y celos nacidos en la noche tabernaria de ciudades sudamericanas que frecuentaba (‘El rescate’, ‘Carmen Jones’, ‘En la pulpería de Lucita’, ‘Una canción triste’, ‘No me llames cariño’, ‘La chica triste que te hacía reír’). Parecía que la tristeza se apoderaba del ánimo de este tahúr cuando de repente se sacaba un as de la manga y nos ponía a bailar a todos a ritmo de sonido dixieland en ‘Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha’. Tanto la autocrítica como la crítica social y política han sido inherentes al pentagrama de este cuerdo maquillado, de modo que también las encontramos en temas como ‘La señorita hermafrodita’, ‘Adiós, compañeros, adiós’ o ‘El aragonés errante’. Y en mitad de esta fiesta dispuso un título de energía huracanada —nunca mejor dicho, a tenor de la banda que lo acompañaba, El Huracán Ambulante— como es ‘Anidando liendres’; en él se juntaban la fuerza del metal antiguo en el estribillo con la herencia actualizada de dos continentes cargados de historia indígena y occidental. Aquí Bunbury destapa, agita y derrocha la coctelera euro-americana: cabaret berlinés de entreguerras a lo Kurt Weill, dolor del tanguista, tres caribeño, júbilo circense de la factoría freak del cineasta Tod Browning, vientos aztecas, violines pamperos, guitarras eléctricas… Fue el grito de los raros, los marginados que ostentaban la corona. Se tuvieron que disfrazar para conseguirla y obtuvieron los resultados esperados.

A pesar del anuncio de despedida indefinida, el zaragozano siguió dándonos lecciones de teatro hecho música en trabajos posteriores: Hellville de Luxe (2008), Las consecuencias (2010), Licenciado Cantinas (2011) y Palosanto (2013). Como se ve, la función no acabó en Viaje a ninguna parte ni acabará hasta que Bunbury exhale su último suspiro. Lo sabemos. Seguro que no.

martes, 7 de octubre de 2014

COLLEJA




Ahora que tanto moderno de chupete y biberón y tanto hippie arrepentido escupen sobre su tumba queriendo distinguirse en su voz laudatoria, yo me atrevo a decir que Cortázar orina en los teclados de todos nuestros ordenadores, y en los de ellos más aún. 

Es uno de los escritores —narrador multiplanetario, poeta líquido, melómano buscón y politólogo cósmico— que más fulgor ocultan las lápidas de París.


Maestro Julio, estaré persiguiéndole hasta el final de mis días.





Juan de Dios García

jueves, 26 de junio de 2014

VIDAS PARALELAS


La vida, definitivamente, es prosa, no es verso. Por eso la poesía, de alguna manera, no está dentro de la vida. ¿Os imagináis recoger todos los momentos más intensos de una vida y recopilarlos en un libro? Sería desbordante, no podríamos asimilar su lectura en unas semanas o en unos meses, tendríamos que ir leyéndolo durante años. Así es un buen poemario, ése que resiste todo nuestro tiempo de lectores.


Haced la prueba cuando queráis. La novela no resiste tanto, porque no es esencial, es global y normal. Es vital. Solamente aquellos párrafos de una buena novela que están escritos en un momento de reflexión épico-lírica nos parecen finalmente salvables, trascendentales, perennes. La poesía se nos escapa de las manos, tiene afán —diría incluso que orgullo— de infinitud.

sábado, 21 de junio de 2014

OFICIO


Hace más de una década que trato de escribir poesía sin tener en cuenta las bases de los certámenes literarios, ciertas condiciones que con veinte años me inquietaban: ¿debería quitar este poema si lo presento al Adonáis? ¿Al jurado de este premio le interesarán más versos con mucha droga y rock & roll de alto voltaje? ¿Me invento un perfil, tan en boga, de universitaria cosmopolita, políglota y desinhibida sexualmente, y con suerte provoco a algún gestor cultural salido o caigo de pie en alguna editorial moderna?
La cabeza desordenada, la insatisfacción de lo escrito. Pasar los minutos pensando en la idoneidad de una coma o un punto. A veces es imposible sacar brillo a los endecasílabos de una estrofa que se ha declarado insurrecta. A veces es posible sentir el texto amputado o inacabado.

Trato de escribir poesía a puñetazos con la nada.

domingo, 30 de marzo de 2014

RESISTENCIA

         No es tan difícil. Para no caer en la tristeza suelo pensar en mis amigos o familiares muertos, en los sueños que tenían y que se cortaron de cuajo por un accidente o una enfermedad fulminante. Dicen que no se puede estar pensando siempre en la muerte. Yo pienso cada día en ella. Y eso, por ahora, me da la vida.


lunes, 10 de marzo de 2014

CAMINO

        Aunque los leo, los subrayo y los valoro, como creador nunca me ha llamado la atención el malditismo de niño bien y revolucionario que brinca de cama en cama, se emborracha, se droga y da disgustos a su mamá.
        Desde hace años me reconozco cercano a la poética de Eloy Sánchez Rosillo, Karmelo Iribarren o Miguel d’Ors, por citar tres ejemplos hispánicos de enjundia. Podría nombrar otros modelos de referencia: Rada Panchovska, Emily Fragos, Edwin Madrid, Scott Hightower, Aïcha Bassry... Hay decenas de ellos, quizá cientos, dudo que miles.
        Me muestro elegíaco, pero queriendo aspirar gramos de elegancia. No aporto nada nuevo, tampoco creo que haga ninguna falta. Me conformo con parir un libro bien pulido, bien medido o con buena respiración, que contenga cosas efectivas y sensatas. En esto se conoce que voy para viejo.

viernes, 7 de marzo de 2014

PARAÍSO PERDIDO

     
         ¿Te acuerdas cuando íbamos de artistas teniendo dieciocho o diecinueve años y creíamos que la literatura era  fumar hierba  y beber cerveza en un piso de estudiantes leyendo entre varios un libro de Kavafis y sonando de fondo el órgano de Ray Manzarek? Estaba bien, ¿eh? Pero, claro, eso no era la literatura.