Qué
falacia la esperanza de vivir en una constante vanguardia. Estamos tan
perseguidos, tan saciados de información y opinión, que cualquier tragedia o
feliz descubrimiento pierden valor en apenas media hora. Los contenidos
combinados que me arroja Facebook, Yahoo, BBC Mundo, Radio 5 o The New York Times hacen que me parezca
tan relevante un atentado terrorista en Islamabad como la irrupción en el
mercado cosmético de una revolucionaria crema hidratante. El maremoto de
democracia expresiva en el que se han convertido los foros virtuales necesita
con urgencia un antidiarreico constructivo.
O quizá no. Quizá convivir con esta
asfixia es el precio a pagar por poder descargarme gratuitamente en ocho
segundos un ejemplar de la revista Uncut
de noviembre de 2005, tener correspondencia inmediata y continua con el performista
jalapeño Alejandro Hermosilla o sumergirme virtualmente, a cincuenta
centímetros de mis ojos, en los remotos pasillos del Museo del Apartheid de
Johannesburgo.
jueves, 30 de enero de 2014
lunes, 27 de enero de 2014
ALCOHOL
Con cierta
frecuencia, cuando el vino calienta las mejillas y las lenguas en una cena
amistosa, saltan temas peliagudos que en un contexto de sobriedad ni siquiera
serían sugeridos. Por ejemplo, el tema del patriotismo. En seguida intento
cerrar esta resbalosa cuestión para que la fiesta continúe por otros derroteros
más útiles de desinhibición y trompa libre, aunque debo reconocer que no soy
nada original respondiendo a la pregunta de qué entiendo yo por ser patriótico.
Simplemente copio a Albert Camus adaptándolo a mi circunstancia. «Mi patria es
la lengua española», digo.
Se quedan todos los comensales pensativos durante dos segundos, y entonces es cuando pasamos del vino a los cubatas.
viernes, 17 de enero de 2014
PASIÓN SIN DIPLOMAS
Convocar,
explorar, ahondar en las cuestiones que rodean la existencia humana. Crecer
hacia dentro. Desafío perpetuo.
No es
importante para un escritor tener guardado o colgado en la pared el certificado
de una licenciatura. Puede hacerlo, pero no necesita cursar estudios reglados.
Un escritor, más que ningún otro amante de las palabras, escribe por placer,
con un impulso puro, por interés natural, sin normas ni programas prefijados.
No imagino otra manera de aceptar la delicadeza hiriente de Luis Cernuda, el
cristal poético de Roberto Juarroz.
Pasión literaria, con todo
lo que de porfiado y ruinoso conlleva esa pasión.
sábado, 4 de enero de 2014
DISCIPLINA
Un poema
lleva desde hace dos semanas atrapado en las circunvoluciones de mi cerebro,
rebotando de un lado a otro de la masa encefálica como las imágenes móviles de
un salvapantallas. Amenaza ya con atentar contra mis propias neuronas si no se materializa
de una vez.
Necesito disciplina.
Escribo versos midiendo sílabas donde expreso alguna idea que no se me quitaría
de la cabeza de otro modo.
«Libros,
invierno, azúcar». Tres nociones para un combinado de heptasílabo.
Desde que terminó el verano he escrito poquísimos textos y la
mayoría han ido de la cabeza al olvido. Hay muchos medio empezados, como
bufandas de lana que no acabasen de gustar a quien las cose. Esos poemas no son
de fiar. Muchos quedarán durmiendo en este invierno para siempre. Así debe ser.
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